EL BAILE DE LA BAMBA O BAILE DEL CINCO EN PALMAREJO
– VEROES – YARACUY.
Por Luis
Alfredo Valles Silva
¡Bamba –
Bambita. Venga esa bamba!
Así gritaba una expresión
bucólica de la localidad de Palmarejo, jurisdicción del Municipio José Joaquín
Veroes en el Estado Yaracuy, comunidad poblada por afrodescendientes y ubicada
en las riberas del bajo valle del río Yaracuy, otrora navegable, en donde la
manifestación festiva tradicional más relevante es la dedicada a San Juan El
Bautista, San Juan El Parrandero, el de los Cumacos, el de los loangos y
sangueos para su parranda. No obstante es una comunidad donde según la
tradición oral y sus cultores populares, abundaron muchas expresiones
tradicionales, las mismas producto del diario compartir, de la llamada
socialización, entre ellas un gran números de actividades lúdicas, cantos y acciones
ocasionales como las “Romerías del Niño Jesús”, bien fuese el “Niño de La
Piedra”, el cual llegaba del vecino poblado de Albarico o bien el “Niño de Los
Cachitos” que llegaba de la vecina San Javier de Agua de Culebra, ambos eran
recibidos en Casa del ya desaparecido Candelario Sevilla, magnifico Cantador de
Romerías, quien junto a Efigenio Olivero “El 30” y otros lugareños a partir de
sus llegadas daban inicio durante casi todo el mes de estadía a recorrer, tanto
al Palmarejo de aquellos días como a Agua Negra, Las Rositas (hoy Farrear) y El
Chino, principalmente, algunas veces solían llegarse hasta los propios albarico
y/o San Javier a Devolver la sagradas y veneradas imágenes.
Otras manifestaciones
tradicionales del acervo festivo, eran los llamados “Golpes de Arpa” o “Arpa”
como se le llamó en sus últimos tiempos de ebullición social, en este género
son recordados los más diestros bailadores de la comunidad Lorenzo Olivero,
Sebastián Olivero, Clarisio Olivero “Chingo Claro”, entre otros, así como Paula
Bolívar, Cecilia Sevilla, Simonita Olivero y Segunda Villanueva, por cierto en
casa de esta última matrona era donde se formaban los más sonados bailes de
arpa, dado que de allí era el último maestro arpisto que se recuerda en la
zona, “Maestro Pio García”.
Paralelo a este Baile existió
otro de corte similar, el cual cultivaban las mismas personas participes del
Baile de Arpa, dado que se realizaba en las mismas ocasiones y como una
variante de este, nos referimos al llamado “Baile de la Bamba”, así denominada
por alusión a la antigua moneda venezolana de valor nominal igual a 2,50
centavos, o sea los llamados cinco reales, ello debido a que cuando se
emitieron luego de ser acuñadas a principios del siglo XIX (1800 - 1020) las
primeras monedas en cobre y plata su denominación, emulando la nominación
Española era de “Reales”, término que posteriormente cambio a Pesos, también
llamado “Peseta”, nombres también tomados de denominaciones de monedas
españolas, dicho baile a consecuencias de ser asociado con la moneda llamada
bamba y de la cual ya hemos aducido su valor nominal de cinco reales, también
solio llamarse “Baile de Cinco”, al equiparar su misma identidad
monetaria, o sea Cinco reales era una Bamba.
Como informante clave de este
baile Palmarejeño, el cual, según, también se bailaba en Agua Negra, de donde
tal vez llegó a Palmarejo a mediados del siglo XIX, y el cual debió bailarse
también en Las Rositas (posteriormente llamado Ferriar y hoy día,
indistintamente Farriar o Farrial), tuvimos a Doña Felipa Santiaga
Oliveros Mora y a su prima hermana y comadre Ventura Ilarraza, con quienes una
tardecita debajo de los totumos de frente a la casa de la abuela Santiaga en su
Palmarejo querido, tuvimos la dicha de conversar como tantas otras veces. La
conversación surgió al estar hablando de dinero, la abuela Santiaga
refirió a “Mocho” su hermanito del alma, a Paulino Oliveros Mora, aquel
legendario tamborero heredero del legado del toque ancestral de los cumacos
sanjuaneros de su abuelo y de su tío ambos en línea materna, Anselmo Oliveros y
Celso Oliveros Mora respectivamente, en relación a que Paulino, siendo el
hermano mayor, ambos hijos de María de La Cruz Oliveros Mora, criados sin
padres y siendo el mayor, desde muy jovencito y cuando había responsabilidad
tuvo que ser el sustento de la familia, y nos refirió que su salario como
jornalero en una posesión del Coronel Faneite, un potentado del caserío El
Chino, quien por cierto con el tiempo se hizo compadre de él, al
bautizarle a su hijo mayor en María Sulpicia Sevilla, el actual tamborero mayor
de Veroes Eloy Sevilla, nos contaba la abuela Santiaga que el sueldo diario de
“Mocho”, lo apodaban Mocho, porque nació en el año que nació El llamado Mocho
Hernández, un caudillo de Venezuela finales del de Siglo XIX y principio del
XX, era una “bamba”, al preguntarle qué cosa era una “Bamba” nos
dijo:
Santiaga: - Cinco reales pues!,
eso era una moneda de plata-plata y valía cinco reales, era parecida a la que
hay hoy en día que es de a dos bolívares, bueno que antes era de plata y ahora
como que son de lata o otra lavativa más (se refería a la ya en desuso
moneda de a dos bolívares, para alrededor de 1900 a 1965 era de plata y luego
fue de níquel, denominación que entro en desuso alrededor de mediados de la
pasada década), seguidamente a esa observación, la Comadre Ventura, inseparable
compañera desde sus épocas de mocedades, hoy día por designios de Dios nuestro
Señor, ambas en el descanso eterno, le comenta:
Ventura: - ¿Te acordáis comae,
que eso era lo que le pagaban lo jombren a la mujeren ante cuando
bailaban la “Bamba”?
Santiaga: - No me voy a
acordá comae, si yo lo vÍe bailá, hasta lo bailabamo de embute jugando en
la casa entre to los muchachon, ya nosotros tábanos grande cuando lo bailaban
en casa de Segunda García (la que luego sería Segunda Villanueva al casarse con
Pedro Villanueva el de Agua Negra).
Una vez oída esa plática entre
las dos primas, amigas, vecinas y comadres, tuvimos que meternos en la
conversa, pues se había puesto aún más interesante de lo que siempre había sido.
Le consulté a la Abuela Santiaga, que como era eso y nos refirió que eso lo
bailaban mucho, y que casi todos los fines de semana había arpa y “entremetío”
con el arpa (a manera de intermedio) bailaban la bamba, o el cinco reales o el cinco
como también lo llamaban.
En resumen el baile, una vez
todos los invitados o convidados, previamente sabían quién era pareja con
quien, pues se acostumbraba el sacar el permiso a las damas, a sus respectivos padres,
o hermanos varones mayores o abuelos responsables, y estas iban a la fiesta o
con la mamá o con un hermano mayor o tío o algún otro representante, para
identificarse, quien era la pareja de cual caballero, este le dejaba, en ocasión
de solicitar el permiso respectivo para que fuese su pareja en el baile, una de
sus prendas más significativas de caballerosidad como lo era el sombrero, en
épocas pasadas el sombrero era signo de ser un hombre de respeto y en algunas
veces valía más que cualquier cantidad de dinero en efectivo, simbolizaba un
cheque al portador.
Llegada la ocasión del baile en
referencias, es de recordar que estas fiestas se realizaban con conjunto
musical en vio, no había ni tan siquiera la electricidad, es decir era con
grupos de los llamados “Grupos o
Conjuntos de Cuerdas”, en este caso en particular durante un joropo,
particularmente llamado en el poblado y otros vecinos “Baile de Arpa”
(tal vez no había llegado al pueblo el nombre de joropo como tal); pues algún
participe de la fiesta anunciaba el momento estelar del Baile de la Bamba, seguidamente
alguien colocaba una silla en el centro de la pista de baile y se iban formando
velozmente las parejas alrededor de dicha silla, iniciaba el acompañamiento
musical, con una pieza de las acostumbradas durante el baile de arpa, solo que
este en ciertos momentos era detenido (los músicos paraban su ejecución) y
alguien a viva voz pronunciaba las palabras:
¡Vengase la Bamba! o
¡Bamba-Bambita, venga esa Bamba!, u otra expresión relacionada con el nombre de
la moneda en cuestión, otras veces solía emplearse las voces: ¡Venga esos
cinco¡ y ello sustentado en que al parar la música, la pareja que le
correspondía, la cual era indicada por una marca con algún objeto o persona que
previamente se colocaba y se describía ante todos, por ejemplo si era una persona
esta se pararía en un lugar determinado, generalmente delante y a espaldas de
los músicos, seguido la dama se sentaba en la silla centrada en la sala,
alrededor todas las parejas y más alrededor los observadores, acto seguido, el
verso. Acá deseamos referir la acción transcurrida entre las dos comadres:
Santiaga: - Entonce la mujer se sentaba en la silleta y el hombren le dedicada
su verso.
Ventura:
- La Sirena comae, era una sirena.
Santiaga: - Ay si e velda, era una sirena.
Acto seguido, Santiaga nos
deleitó con una muestra, aun hoy día, sostienen, la mayoría por no decir que
todos, quienes oímos cantar “Sirenas” a la abuela Santiaga, que no había
otra persona en todo Palmarejo y que creen que en todo el Veroes que supiera “echar
Sirenas” como lo hacía Santiaga, la sirena que nos dedicó fue una de sus muchas
ocurrencias, era una dama de aquilatada personalidad, la sirena se la
dedico a su querida comadre Ventura fue:
Santiaga: Ay comaaaaaaadre
que mi padre era carpintero (2) y se le quebró el serrucho (2), volteee ese
cu….. a lo que la comadre Ventura la detuvo de inmediato.
Ventura: - Comadreeeee, tu
como que me va a……
Santiaga: (Carcajadas) – Ay
comadre, perdóname comadre (carcajadas).
Alli la Abuela Santiaga recordó,
que de eso la habían ido a entrevistar hacia bastantes años atrás, un Doctor
abogado, como ella lo refirió, ya luego a través de Juana Landinez, quien llegó
al poco rato y se integró al grupo, nos enteramos que el Doctor que refería la
Abuela Santiaga era nada más y nada menos que Don Manuel Rodríguez Cárdenas y
no es que Juana lo conociera, sino que nos informó que era el esposo de una que
Bailaba en Caracas y que la habían grabado y que Santiaga también le había dado
el Sanqueo Del Lirio Blanco, y que también lo habían grabado, a su manera pero
lo grabaron, allí de inmediato recordamos del Largo Duración en acetato (LP) que
grabara la Agrupación Danzaria “Danzas Venezuela” de la Profesora o Maestra Yolanda Moreno, donde se encuentra una
pieza denominada de Yaracuy al Tocuyo,
es una pieza ambientada en dos espacios geográficos, a Yaracuy lo presenta con
el sangueo antes referido, pero con un fondo musical con Arpa, o sea que
Santiaga si le dijo que era un toque de arpa, pero el Maestro Rodríguez
Cárdenas, hizo un montaje recreado, cosa característica en todos los Montajes
del Danzas Venezuela, seguido en el
montaje se dejan oír un par de versos, debieron ser sirenas, pues si era para
la fiesta de San Juan igualmente debieron ser cantadas al estilo de la Sirena y
no como meras cuartetas o versos, pero en todo caso, esa pieza grabada por Danzas Venezuela, súper escuchada y
trabajada por las escuelas y por muchas agrupaciones, algunas veces
pseudonacionalistas también la emplean en sus montajes de proyección, dicha
pieza es el único antecedente tangible con el cual contamos, sin embargo también
contamos con el testimonio incuestionable de la Cultora Juana Landinez, Sobrina
prima de Santiaga, antes se nos enseñaba a respetar muchísimo a los mayores así
no fueran de la familia sanguínea, más si lo era y Santiaga era Sobrina carnal
de Celso Oliveros Mora y Celso era el Abuelo de Juana al ser Padre de Dorotea
Landinez la mamá de Juana, Juana es una prolongación de los saberes de Santiaga
y de su tía abuela Ambrosia Oliveros Mora, Ambrosia era hermana de Celso, la
antigua Capitana del Culto a San Juan Bautista de Palmarejo hija primogénita
del matrimonio que formaron los Curazoleños Martha Mora y Anselmo Olivero,
fundadores del pueblo de Palmarejo al venirse a este junto a sus hijos e hijas.
Siguiendo con el hilván de la
pieza que nos ocupa, una vez sentada la dama en la silla (silleta según el
antiguo léxico Palmarejeño), el caballero le dedicaba su verso, con la
modalidad melódica de canto de Sirena
local, una vez culminado su parte poética, seguidamente reanudaría la música
con su joropo reposado, con arpa estilo veroense, muy similar por no decir que
igual al central, las parejas reanudaban el baile en forma circular, al indicar,
nuevamente la parada, sería el turno de la dama, el caballero se sentaba en la
silla y dedicaba a este su parte poética, y como dijésemos anteriormente, con
melodía de canto de sirena local, caso similar al anterior, una vez finalizada
la respuesta de la dama, el caballero le gustare o no dicha respuesta debía
pagarle a esta, la muy cacareada “Bamba”, es decir le daba la moneda de
“Cinco Reales”, de allí no faltaba que alguien ufanado de emoción gritase a
viva voz: Ya este le pagooooo! u otra expresión de similar tenor, seguido la
dama le devolvía el sombrero al respectivo caballero; así seguirían
pareja tras pareja, tras pareja, hasta que al concluir estas, finalizaba la
pieza coreográfica teatralizada y lúdica.
Según enumeraron las comadres
Santiaga Olivero y Ventura Ilarraza, los diestros bailadores de esa muy afamada
Bamba, Cinco Reales o Cinco en Palmarejo fueron Celso Oliveros Mora, Cosme
Oliveros, Benedicio Martínez, Guillermina
Blanco, María Gervasia Sevilla (La mamá de Sulpicia Sevilla y abuela de Eloy
Sevilla), La Niña Oliveros, entre otros.