sábado, 16 de junio de 2012


EL BAILE DE LA BAMBA O BAILE DEL CINCO
Por Luis Alfredo Valles Silva

¡Bamba – Bambita, Venga esa bamba!
Así gritaba una expresión bucólica de la localidad de Palmarejo, jurisdicción del Municipio José Joaquín Veroes en el Estado Yaracuy, comunidad poblada por afrodescendientes y ubicada en las riberas del bajo valle del río Yaracuy, otrora navegable, en donde la manifestación festiva tradicional mas relevante es la dedicada a San Juan El Bautista, San Juan El Parrandero, el de los Cumacos, el de los loangos  y sangueos para su parranda. No obstante es una comunidad donde según la tradición oral y sus cultores populares, abundaron muchas expresiones tradicionales, las mismas producto del diario compartir, de la llamada socialización, entre ellas un gran números de actividades lúdicas, cantos y acciones ocasionales como las “Romerías del Niño Jesús”, bien fuese el “Niño de La Piedra”, el cual llegaba del vecino poblado de Albarico o bien el “Niño de Los Cachitos” que llegaba de la vecina San Javier de Agua de Culebra, ambos eran recibidos en Casa del ya desaparecido Candelario Sevilla, magnifico Cantador de Romerías, quien junto a Efigenio Olivero “El 30” y otros lugareños a partir de sus llegadas daban inicio durante casi todo el mes de estadía a recorrer, tanto al Palmarejo de aquellos días como a Agua Negra, Las Rositas (hoy Farrear) y El Chino, principalmente, algunas veces solían llegarse hasta los propios albarico y/o San Javier a Devolver la sagradas y veneradas imágenes.
Otras manifestaciones tradicionales del acervo festivo, eran los llamados “Golpes de Arpa” o “Arpa” como se le llamó en sus últimos tiempos de ebullición social, en este género son recordados los mas diestros bailadores de la comunidad Lorenzo Olivero, Sebastián Olivero, Clarisio Olivero “Chingo Claro”, entre otros, así como Paula Bolívar, Cecilia Sevilla, Simonita Olivero y Segunda Villanueva, por cierto en casa de esta última matrona era donde se formaban los mas sonados bailes de arpa, dado que de allí era el ultimo maestro arpisto que se recuerda en la zona, “Maestro Pio García”.
Paralelo a este Baile existió otro de corte similar, el cual cultivaban las mismas personas participes del Baile de Arpa, dado que se realizaba en las mismas ocasiones y como una variante de este, nos referimos al llamado “Baile  de la Bamba”, así denominada por alusión a la antigua moneda venezolana de valor nominal igual a 2,50 centavos, o sea los llamados cinco reales, ello debido a que cuando se emitieron luego de ser acuñadas a principios del siglo XIX (1800 - 1020) las primeras monedas en cobre y plata su denominación, emulando la nominación Española era de “Reales”, término que posteriormente cambio a Pesos, también llamado “Peseta”, nombres también tomados de denominaciones de monedas españolas, dicho baile a consecuencias de ser asociado con la moneda llamada bamba y de la cual ya hemos aducido su valor nominal de cinco reales, también solio llamarse “Baile de Cinco”,  al equiparar su misma identidad monetaria, o sea Cinco reales era una Bamba.
Como informante clave de este baile Palmarejeño, el cual, según, también se bailaba en Agua Negra, de donde tal vez llegó a Palmarejo a finales del siglo XIX, y el cual debió bailarse también  en Las Rositas (posteriormente llamado Ferriar y hoy día, indistintamente  Farriar o Farrial), tuvimos a Doña Felipa Santiaga Oliveros Mora y a su comadre Ventura Ilarraza, con quienes una tardecita debajo de los almendrones de frente a la casa de la abuela Santiaga en su Palmarejo querido, tuvimos la dicha de conversar como tantas otras veces, la conversación surgió al estar hablando de dinero, la abuela Santiaga  refirió a “Mocho” su hermanito del alma, a Paulino Oliveros Mora, aquel legendario tamborero heredero del legado del toque ancestral de los cumacos sanjuaneros de su abuelo y de su tío ambos en línea materna, Anselmo Oliveros y Celso Oliveros Mora respectivamente, en relación a que Paulino, siendo el hermano mayor, ambos hijos de María de La Cruz Oliveros Mora, criados sin padres y siendo el mayor, desde muy jovencito y cuando había responsabilidad tuvo que ser el sustento de la familia, y nos refirió que su salario como jornalero en una posesión del Coronel Faneite, un potentado del caserío El Chino, quien por cierto con el tiempo se hizo compadre de  él al bautizarle a su hijo mayor en María Sulpicia Sevilla, el actual tamborero mayor de Veroes Eloy Sevilla, nos contaba la abuela Santiaga que el sueldo diario de “Mocho”, lo apodaban Mocho, porque nació en el año que nació El llamado Mocho Hernández, un caudillo de Venezuela finales del de Siglo XIX y principio del XX,  era una “bamba”, al preguntarle qué  cosa era una “Bamba” nos dijo:              - Cinco reales pues!, eso era una moneda de plata-plata y valía cinco reales, era parecida a la que hay hoy en día que es de a dos bolívares, bueno que antes era de plata y ahora como que son de lata o otra lavativa mas  (se refería a la ya en desuso moneda de a dos bolívares, para alrededor de 1900 a 1965 era de plata y luego fue de níquel, denominación que entro en desuso alrededor de mediados de la pasada década), seguidamente a esa observación, la Comadre Ventura, inseparable compañera desde sus épocas de mocedades, hoy día por designios de Dios nuestro Señor, ambas en el descanso eterno, le comenta:
Ventura: - ¿Te acordáis comae, que eso era lo que le pagaban lo jombren  a la mujeren ante cuando bailaban la “Bamba”?
Santiaga: - No me voy a acordá  comae, si yo lo vie bailá, hasta lo bailabamo de embute jugando en la casa entre to los muchacho, ya nosotros tábamos grande cuando lo bailaban en casa de Segunda García (la que luego sería Segunda Villanueva al casarse con Pedro Villanueva el de Agua Negra)
Una vez oída esa plática entre las dos amigas, vecinas  y comadres, tuvimos que meternos en la conversa, pues se había puesto aun mas interesante de lo que siempre había sido, le consulté a la Abuela Santiaga, que como era eso y nos refirió que eso lo bailaban mucho, casi todos los fines de semana había arpa y “entremetío” con el arpa (a manera de intermedio) bailaban la bamba o el cinco reales o cinco.
En resumen el baile, una vez todos los invitados o convidados, previamente sabían quién era pareja con quien, pues se acostumbraba a sacar el permiso a las damas a los padres, y estas iban a la fiesta o con la mamá o con un hermano mayor o tío o algún otro representante, para identificarse quien era la pareja de cual caballero, este le dejaba, en ocasión de solicitar el permiso respectivo para que fuese su pareja en el baile, una de sus prendas mas significativas de caballerosidad como lo era el sombrero, en épocas pasadas el sombrero era signo de ser un hombre de respeto y en algunas veces valía mas que cualquier cantidad de dinero en efectivo, simbolizaba un cheque al portador.
Llegada la ocasión del baile en referencias, es de recordar que estas fiestas se realizaban con conjunto musical en vio, no había ni tan siquiera la electricidad, es decir era con grupos de los llamados de cuerda, en este caso en particular durante un joropo, particularmente llamado en el poblado y otros vecinos “Baile de Arpa”  (tal vez no había llegado al pueblo el nombre de joropo como tal); pues algún participe de la fiesta anunciaba el momento estelar del Baile de la Bamba, seguidamente alguien colocaba una silla en el centro de la pista de baile y se iban formando velozmente las parejas alrededor de dicha silla, iniciaba el acompañamiento musical, con una pieza de las acostumbradas durante el baile de arpa, solo que este en ciertos momentos era detenido (los músicos paraban su ejecución) y alguien a viva voz  pronunciaba las palabras:
¡Vengase la Bamba! o ¡Bamba-Bambita, venga esa Bamba!, u otra expresión relacionada con el nombre de la moneda en cuestión, otras veces solía emplearse las voces: ¡Venga esos cinco¡ y ello sustentado en que al parara la música,  la pareja que le correspondía, la cual era indicada por una marca con algún objeto o persona que previamente se colocaba y se describía ante todos, por ejemplo si era una persona esta se pararía en un lugar determinado, generalmente delante y a espaldas de los músicos, seguido la dama se sentaba en la silla centrada en la sala, alrededor todas las parejas y mas alrededor los observadores, acto seguido, el verso. Acá deseamos referir la acción transcurrida entre las dos comadres:

     Santiaga: - Entonce la mujer se sentaba en la silleta y el hombren le dedicada su verso.
     Ventura: - La Sirena coma, era una sirena.
     Santiaga: - Ay si e verda, era una sirena.
Acto seguido, Santiaga nos deleitó con una muestra, aun hoy día, sostienen, la mayoría por no decir que todos,  quienes oímos cantar “Sirenas” a la abuela Santiaga, que no había otra persona en todo Palmarejo y que creen que en todo el Veroes que supiera echar Sirenas como lo hacía Santiaga, la sirena que nos dedico fue una de sus muchas ocurrencias, era una dama de aquilatada  personalidad, la sirena se la dedico a su querida comadre Ventura fue:
Santiaga:  Ay comaaaaaaadre que mi padre era carpintero (2) y se le quebró el serrucho (2), volteee ese cu…..  a lo que la comadre Ventura la detuvo de inmediato.
Ventura: - Comadreeeee, tu  como que me va a……
Santiaga: (Carcajadas) – Ay comadre, perdóname comadre (carcajadas).
Alli la Abuela Santiaga recordó, que de eso la habían ido a entrevistar hacia bastantes años atrás, un Doctor abogado, como ella lo refirió, ya luego a través de Juana Landinez, quien llegó al poco rato y se integró al grupo, nos enteramos que el Doctor que refería la Abuela Santiaga era nada mas y nada menos que Don Manuel Rodríguez Cárdenas y no es que Juana lo conociera, sino que nos informó que era el esposo de una que Bailaba en Caracas y que lo habían grabado y que Santiaga también le había dado el Sanqueo Del Lirio Blanco, que también lo habían grabado, a su manera pero lo grabaron, allí de inmediato recordamos del Largo Duración en acetato que grabara la Agrupación Danzaria Danzas Venezuela de Yolanda Moreno, donde se encuentra una pieza denominada de Yaracuy al Tocuyo, es una pieza ambientada en dos espacios geográficos, a Yaracuy lo presenta con el sangueo antes referido, pero con el fondo del Arpa, o sea que Santiaga si le dijo que era un toque de arpa, pero el Maestro Rodríguez Cárdenas, hizo un montaje recreado, cosa característica en todos los Montajes del Danzas Venezuela, seguido en el montaje se dejan oír un par de versos, debieron ser sirenas, pues si era para la fiesta de San Juan igualmente debieron ser cantadas al estilo de la Sirena y no como meras cuartetas o versos, pero en todo caso, esa pieza grabada por Danzas Venezuela, supere cuchada y trabajada por las escuelas y por muchas agrupaciones, algunas veces pseudonacionalistas también la emplean en sus montajes de proyección, dicha pieza es el único antecedente tangible con el cual contamos, sin embargo contamos con el testimonio incuestionable de la Cultora Juana Landinez, Sobrina prima de Santiaga, antes se nos enseñaba a respetar muchísimo a los mayores así no fueran de la familia sanguínea, mas si lo era y Santiaga era Sobrina carnal de Celso Oliveros Mora y Celso era el Abuelo de Juana al ser Padre de Dorotea Landinez la mamá de Juana, Juana es una prolongación de los saberes de Santiaga y de su tía abuela Ambrosia Oliveros Mora, Ambrosia era hermana de Celso y la antigua Capitana del Culto a San Juan Bautista de Palmarejo hija primogénita del matrimonio que formaron los Curazoleños Martha Mora y Anselmo Olivero, fundadores del pueblo de Palmarejo al venirse de Palmarejo junto a sus hijos e hijas.
Siguiendo con el hilván de la pieza que nos ocupa, una vez sentada la dama en la silla (silleta según el antiguo léxico Palmarejeño), el caballero le dedicaba su verso, con la modalidad que con melodía de canto de Sirena, una vez culminado su parte poética, seguidamente reanudaría la música con su joropo reposado, con arpa estilo central, al indicar la parada, sería el turno de la dama, el caballero se sentaba en la silla y dedicaba a este su parte poética con melodía de canto de sirena, caso similar al anterior, una vez finalizada la respuesta de la dama, el caballero le gustare o no dicha respuesta debía pagarle a  esta, la muy cacareada “Bamba”, es decir le daba la moneda de “Cinco Reales”, de allí no faltaba que alguien ufanado de emoción gritase a viva voz: Ya este le pagooooo! u otra expresión de similar tenor, seguido la dama le devolvía el sombrero el respectivo  caballero, así seguirían pareja tras pareja, tras pareja, hasta que al concluir estas, finalizaba la pieza coreográfica teatralizada y lúdica.

Según enumeraron las comadres Santiaga Olivero y Ventura Ilarraza, los diestros bailadores de esa muy afamada Bamba, Cinco Reales o Cinco en Palmarejo fueron Celso Oliveros Mora, Cosme Oliveros, Benedicio Martinez (Benedicto o Benericio), Candelario Sevilla, Simonita Oliveros Mora, Paula Barboza, Guillermina Blanco, María Sevilla (La mamá de Sulpicia Sevilla), La Niña Oliveros, entre otros.
















EL BAILE DE LA GUACHARACA DE SAN FELIPE

                                                                           Por Luis Alfredo Valles Silva

En una ocasión, luego de visitar al pariente, ya fallecido Don Antonio Sánchez Valles, conocido como El Poeta Campesino de Guama, aunque era oriundo de su Guararute natal, allá en su muy querido “Rancho Conuquero”, lugar de trabajo diario y de estadías placenteras para sus inspiraciones poéticas y musicales, me agradaba sobre manera conversar con ese viejo sabio que, desafortunadamente, se nos fue en el viaje sin retorno, hace ya cerca de unas dos décadas. En una de esas conversas interminables en nuestra búsqueda eterna de la sabiduría popular que manaba de las fuentes vivas de nuestros cultores del ayer, nos refirió del aguinaldo de Los Maitines, en su sencillo y oportuno explicar nos hizo entender que se trataba de un estilo, llamémosle “género musical” del ciclo navideño de la Venezuela Folklórica, propio de la comunidad de Albarico en nuestro Estado Yaracuy; y de cuyo género incluyó en una de sus grabaciones de la época, el Grupo Luango, en mi inagotable curiosidad por los aspectos de la tradición venezolana, percibí que como género se trataba de una serie de piezas, no solo una versión de ella, esa inquietud me motivo a desear seguir la pista de ese canto navideño de Maitines, conociendo a la localidad de Albarico y contando en dicho pueblo con amistades eternas de dilatada estimación decidí llegarme hasta allí, en primera visita me llegué hasta casa de un amigo, el cual tampoco hoy día esta entre nosotros, allí en Albarico era mi eterno anfitrión, Humbertico Cordero Oviedo, a su casa llegaba como si fuese la mía, su familia, de la cual estaré eternamente agradecido os acogía en su seno como uno mas del grupo familiar, a este amigo le referí mi inquietud por conocer del género musical que bullía en mi cabeza, él como individuo muy joven para aquel entonces desconocía completamente de lo por mi señalado, igualmente su familia no conocían nada de ello, sin embargo me alienta diciéndome que allá existían muchas personas mayores que tal vez si sabrían el asunto, sus palabras me animaron mucho y a toda velocidad le digo pues vamos donde alguno, decir yo esas palabras y al instante va pasando por frente de la casa de la Familia Cordero Oviedo una matrona, de hecho conocida por mi, pues era una de las afamadas sanjuaneras del lugar, la ya fallecida Petra Cambero, “La Catira Petra Cambero” o “Petra Cambero La Colorá”, como la conocíamos en Palmarejo, seguidamente la abordamos y le preguntamos al respecto del aguinaldo Los Maitines y nos responde que claro que si lo conoció y disfrutó mucho, pero que como lo de ella era el tambor y bailar, no sabía mas nada de eso, nos dijo además que quien sabían todo de dicho aguinaldo, pues eran cantadores y velorieros de santos y cruz de mayo y santos y todas esas cosas eran Román Rico y Ramón Chirino, que lo de ella era bailar sus Valses, su tambor y La Guacharaca que le gustaba mucho, aquella información, me causó mucho mas interés que el que tenía por el aguinaldo, le consulté sobre eso de la Guacharaca y me contó que ese era un Baile que acostumbraban realizar durante las fiestas en las casas de familias, casi siempre antes de que terminases, me informó que era un baile de parejas, un muchacho y una muchacha, los cuales generalmente se atraían, aunque algunas veces la pareja la formaban hermano y hermana y hasta padre e hija o hijo y madre, pero que por lo general era para enamorados secretos, mas que todo se acostumbraba bailar en San Felipe, en los sectores llamados Cantarrana, El Zumuco y la Zona de la Manga del Barrio Panteón, que en Albarico y San Javier También lo bailaban, aunque no tanto como en San Felipe, donde era una ley que lo bailaran, eran épocas de bailes con conjunto en vivo, los llamados grupos de cuerdas, para ello contrataban su conjunto, estos interpretaban guarachas de la época, valses criollos, joropos, “el minueto”, entre otros y para cerrar el baile, el de los versos, de las bombas o de la Guacharaca; a esto le pregunte porque la guacharaca y con su verbo aun de una dama coqueta, me respondió que porque así se llamaba y era porque le cantaban en el joropo a dicha ave gallinácea, que mientras iban bailando alrededor de toda la sala de baile, los mismos músicos iban refiriéndose a ese animal, según sus datos, no era una pieza fija, pues fueron muchos los bailes a los cuales asistió, toda su vida fue amante de los bailes y por su carácter jocoso, como pocas damas de su época era muy convidada a dichos jaleos, era cualquier música de joropo con guitarra grande y pequeña, marímbola y maracas y a veces el bandolín, aseguraba que cuando era con bandolín o arpa eso era interminable pues la alegría y el entusiasmo era demasiado evidente, nos relató que en cada vuelta que daban los bailadores, había un director del baile y a la vez del conjunto musical, quien estaba al pendiente de todo y al girar, al grito de la palabra “Bomba”, el conjunto detenía la música y él, le informaba a quien le correspondía recitar su verso, a la palabra de “Verso pa’ su Pareja”, cuando le correspondía el turno al caballero, que era quien iniciaba la suerte de verso de pregunta y respuesta, puesto que una vez culminado el verso, a manera de cuarteta octosílaba del caballero, tras la algarabía y gritos de emoción de todos los bailadores y demás personas presentes, se reanudaba la música cantándole a la guacharaca: Mi guacharaca bonita, guacharaca pico de plata, que si esto que si lo otro, acá notamos que la doña Cambero, era buena para relatar y según ella misma aseguraba, para bailar, pero no para cantar, todos daban el giro en parejas bailando y al llegar nuevamente la pareja de turno al lugar frente a los músicos, el encargado del baile anunciaba con la frase “Bomba”, para que los músicos se detuvieran y a viva vos decía “Verso pa’ su parejo”, pues le correspondía en ese instante declamar el verso a la dama respectiva, su verso cónsono con el que anteriormente la habría dedicado su compañero de baile, así irían uno y otra y un y otra, hasta concluir todas las parejas, al final se tocaría un buen joropo de continuo y al finalizar las felicitaciones y las bromas no se hacían esperar.

Aquel extraordinario relato de Petra La Catira, la de Los Cambero, me hizo enfriar el interés por Los Maitines, le pregunté de otros informantes y sé, que me refirió varios de Albarico, al Señor de Apellido Vásquez, con quien tuvimos la dicha de hablar durante largo tiempo en su casa en Albarico, y quien corroboró toda la información suministrada por Doña Petra Cambero, ambos nos refirieron a varios de San Javier, pero por la euforia del momento no tomamos nota al respecto, justificándonos en que cuando volviésemos a hablar con ellos los anotaríamos, aun esperando volver a verles, se que será imposible, por ahora, será cuando Dios así lo decida, esperemos no sea tan pronto. Lo que si hice fue preguntarle a mi Abuela Emérita Villanueva, de lo cual me dijo que si que todo eso era cierto, pero que ella conocía ese Baile era como Fandanguillo, que no se cantaba nada, por lo menos los que se hacían en Cañaveral, Vijagual, Tamanavare, La Ermita (La Vieja), Maporal (Hoy día La Morita), Cocorote, entre otros lugares cercanos, donde eran el plato fuerte a la hora de una fiesta familiar, me contó además que si había oído hablar del Baile del “Fandango de La Guacharaca” como lo llamaban unos y que otros le llamaban el “Fandanguillo de la Guacharaca”, pero que de verlo bailar no lo vio.

En una ocasión, en San Javier, andando con Juana Landinez en busca de unas taparas para elaborar unas Zarandas de semana Santa, conversando con unas viejas amigas de ella, Juana de joven vivió en San Javier cierto tiempo, hablaban de sus tiempos de mozuelas y una de ellas refirió el baile de las bombas, que ella lo bailó mucho, pero lo refirió como el Baile del Pañuelo, lo describió con idénticas características al descrito por Petra Cambero La Catira, pero con el nombre de El Pañuelo, quede con ella en que volvería para que conversáramos al respecto, pero aun no lo he hecho, siempre le mando razón que iré, pero prometo que muy pronto cumpliré con la cita.

Ahora bien, como nuestro interés, es el que los bailes y/o danzas tradicionales de las comunidades de nuestro Yaracuy sean fortalecidos. Los que están en franco proceso de extinción sean revitalizados y los extintos retomados, hemos presentado una propuesta, consideramos que las misma bastante ajustada a una realidad existente en el estado, con la sana intención de que resurja de sus cenizas como el Ave Fénix, si algún otro especialista o inquieto pesquisador puede aportar datos y detalles que mejoren nuestro trabajo, pues bienvenido sea, aun son varios los libros vivientes o maestros pueblos como les han dado en llamar, considero que mas idóneo sea el término “Libro Viviente”, sin embargo lo que importa no es el continente sino lo que contiene.

En cuanto al asunto de los maitines, no volvimos más a indagar de ello, con el tiempo, murió El Poeta Campesino, murió La Catira Petra Cambero, así como ha muerto un gran número de cultores, para mi como dije en el párrafo anterior “Libros Vivientes” llevándose consigo su inagotable bagaje de conocimientos, todo ese cúmulo de saberes, inmensamente desaprovechado, inaprovechado o subutilizado por los que aun estamos en este plano terrenal. Un día, hace ya algún tiempo hablando con un amigo, que por cierto es nieto de Ramón Chirinos, El Nenè Echeverría (Raúl), este me comentó que él tenía todo ese trabajo sobre Los Maitines, documentado, en su caso, el al igual que yo, sustentado en la historia local y la tradición oral del pueblo.