martes, 24 de septiembre de 2024

 

EL BAILE DE LA BAMBA O BAILE DEL CINCO EN PALMAREJO – VEROES – YARACUY.

Por Luis Alfredo Valles Silva

 

¡Bamba – Bambita. Venga esa bamba!

 

Así gritaba una expresión bucólica de la localidad de Palmarejo, jurisdicción del Municipio José Joaquín Veroes en el Estado Yaracuy, comunidad poblada por afrodescendientes y ubicada en las riberas del bajo valle del río Yaracuy, otrora navegable, en donde la manifestación festiva tradicional más relevante es la dedicada a San Juan El Bautista, San Juan El Parrandero, el de los Cumacos, el de los loangos  y sangueos para su parranda. No obstante es una comunidad donde según la tradición oral y sus cultores populares, abundaron muchas expresiones tradicionales, las mismas producto del diario compartir, de la llamada socialización, entre ellas un gran números de actividades lúdicas, cantos y acciones ocasionales como las “Romerías del Niño Jesús”, bien fuese el “Niño de La Piedra”, el cual llegaba del vecino poblado de Albarico o bien el “Niño de Los Cachitos” que llegaba de la vecina San Javier de Agua de Culebra, ambos eran recibidos en Casa del ya desaparecido Candelario Sevilla, magnifico Cantador de Romerías, quien junto a Efigenio Olivero “El 30” y otros lugareños a partir de sus llegadas daban inicio durante casi todo el mes de estadía a recorrer, tanto al Palmarejo de aquellos días como a Agua Negra, Las Rositas (hoy Farrear) y El Chino, principalmente, algunas veces solían llegarse hasta los propios albarico y/o San Javier a Devolver la sagradas y veneradas imágenes.

 

Otras manifestaciones tradicionales del acervo festivo, eran los llamados “Golpes de Arpa” o “Arpa” como se le llamó en sus últimos tiempos de ebullición social, en este género son recordados los más diestros bailadores de la comunidad Lorenzo Olivero, Sebastián Olivero, Clarisio Olivero “Chingo Claro”, entre otros, así como Paula Bolívar, Cecilia Sevilla, Simonita Olivero y Segunda Villanueva, por cierto en casa de esta última matrona era donde se formaban los más sonados bailes de arpa, dado que de allí era el último maestro arpisto que se recuerda en la zona, “Maestro Pio García”.

 

Paralelo a este Baile existió otro de corte similar, el cual cultivaban las mismas personas participes del Baile de Arpa, dado que se realizaba en las mismas ocasiones y como una variante de este, nos referimos al llamado “Baile  de la Bamba”, así denominada por alusión a la antigua moneda venezolana de valor nominal igual a 2,50 centavos, o sea los llamados cinco reales, ello debido a que cuando se emitieron luego de ser acuñadas a principios del siglo XIX (1800 - 1020) las primeras monedas en cobre y plata su denominación, emulando la nominación Española era de “Reales”, término que posteriormente cambio a Pesos, también llamado “Peseta”, nombres también tomados de denominaciones de monedas españolas, dicho baile a consecuencias de ser asociado con la moneda llamada bamba y de la cual ya hemos aducido su valor nominal de cinco reales, también solio llamarse “Baile de Cinco”,  al equiparar su misma identidad monetaria, o sea Cinco reales era una Bamba.

 

Como informante clave de este baile Palmarejeño, el cual, según, también se bailaba en Agua Negra, de donde tal vez llegó a Palmarejo a mediados del siglo XIX, y el cual debió bailarse también  en Las Rositas (posteriormente llamado Ferriar y hoy día, indistintamente  Farriar o Farrial), tuvimos a Doña Felipa Santiaga Oliveros Mora y a su prima hermana y comadre Ventura Ilarraza, con quienes una tardecita debajo de los totumos de frente a la casa de la abuela Santiaga en su Palmarejo querido, tuvimos la dicha de conversar como tantas otras veces. La conversación surgió al estar hablando de dinero, la abuela Santiaga  refirió a “Mocho” su hermanito del alma, a Paulino Oliveros Mora, aquel legendario tamborero heredero del legado del toque ancestral de los cumacos sanjuaneros de su abuelo y de su tío ambos en línea materna, Anselmo Oliveros y Celso Oliveros Mora respectivamente, en relación a que Paulino, siendo el hermano mayor, ambos hijos de María de La Cruz Oliveros Mora, criados sin padres y siendo el mayor, desde muy jovencito y cuando había responsabilidad tuvo que ser el sustento de la familia, y nos refirió que su salario como jornalero en una posesión del Coronel Faneite, un potentado del caserío El Chino, quien por cierto con el tiempo se hizo compadre de  él, al bautizarle a su hijo mayor en María Sulpicia Sevilla, el actual tamborero mayor de Veroes Eloy Sevilla, nos contaba la abuela Santiaga que el sueldo diario de “Mocho”, lo apodaban Mocho, porque nació en el año que nació El llamado Mocho Hernández, un caudillo de Venezuela finales del de Siglo XIX y principio del XX,  era una “bamba”, al preguntarle qué  cosa era una “Bamba” nos dijo:   

          

Santiaga: - Cinco reales pues!, eso era una moneda de plata-plata y valía cinco reales, era parecida a la que hay hoy en día que es de a dos bolívares, bueno que antes era de plata y ahora como que son de lata o otra lavativa más  (se refería a la ya en desuso moneda de a dos bolívares, para alrededor de 1900 a 1965 era de plata y luego fue de níquel, denominación que entro en desuso alrededor de mediados de la pasada década), seguidamente a esa observación, la Comadre Ventura, inseparable compañera desde sus épocas de mocedades, hoy día por designios de Dios nuestro Señor, ambas en el descanso eterno, le comenta:

Ventura: - ¿Te acordáis comae, que eso era lo que le pagaban lo jombren  a la mujeren ante cuando bailaban la “Bamba”?

Santiaga: - No me voy a acordá  comae, si yo lo vÍe bailá, hasta lo bailabamo de embute jugando en la casa entre to los muchachon, ya nosotros tábanos grande cuando lo bailaban en casa de Segunda García (la que luego sería Segunda Villanueva al casarse con Pedro Villanueva el de Agua Negra).

 

Una vez oída esa plática entre las dos primas, amigas, vecinas  y comadres, tuvimos que meternos en la conversa, pues se había puesto aún más interesante de lo que siempre había sido. Le consulté a la Abuela Santiaga, que como era eso y nos refirió que eso lo bailaban mucho, y que casi todos los fines de semana había arpa y “entremetío” con el arpa (a manera de intermedio) bailaban la bamba, o el cinco reales o el cinco como también lo llamaban.

 

En resumen el baile, una vez todos los invitados o convidados, previamente sabían quién era pareja con quien, pues se acostumbraba el sacar el permiso a las damas, a sus respectivos padres, o hermanos varones mayores o abuelos responsables, y estas iban a la fiesta o con la mamá o con un hermano mayor o tío o algún otro representante, para identificarse, quien era la pareja de cual caballero, este le dejaba, en ocasión de solicitar el permiso respectivo para que fuese su pareja en el baile, una de sus prendas más significativas de caballerosidad como lo era el sombrero, en épocas pasadas el sombrero era signo de ser un hombre de respeto y en algunas veces valía más que cualquier cantidad de dinero en efectivo, simbolizaba un cheque al portador.

 

Llegada la ocasión del baile en referencias, es de recordar que estas fiestas se realizaban con conjunto musical en vio, no había ni tan siquiera la electricidad, es decir era con grupos de los llamados “Grupos o Conjuntos de Cuerdas”, en este caso en particular durante un joropo, particularmente llamado en el poblado y otros vecinos “Baile de Arpa”  (tal vez no había llegado al pueblo el nombre de joropo como tal); pues algún participe de la fiesta anunciaba el momento estelar del Baile de la Bamba, seguidamente alguien colocaba una silla en el centro de la pista de baile y se iban formando velozmente las parejas alrededor de dicha silla, iniciaba el acompañamiento musical, con una pieza de las acostumbradas durante el baile de arpa, solo que este en ciertos momentos era detenido (los músicos paraban su ejecución) y alguien a viva voz  pronunciaba las palabras:

¡Vengase la Bamba! o ¡Bamba-Bambita, venga esa Bamba!, u otra expresión relacionada con el nombre de la moneda en cuestión, otras veces solía emplearse las voces: ¡Venga esos cinco¡ y ello sustentado en que al parar la música,  la pareja que le correspondía, la cual era indicada por una marca con algún objeto o persona que previamente se colocaba y se describía ante todos, por ejemplo si era una persona esta se pararía en un lugar determinado, generalmente delante y a espaldas de los músicos, seguido la dama se sentaba en la silla centrada en la sala, alrededor todas las parejas y más alrededor los observadores, acto seguido, el verso. Acá deseamos referir la acción transcurrida entre las dos comadres:

 

     Santiaga: - Entonce la mujer se sentaba en la silleta y el hombren le dedicada su verso.

     Ventura: - La Sirena comae, era una sirena.

     Santiaga: - Ay si e velda, era una sirena.

Acto seguido, Santiaga nos deleitó con una muestra, aun hoy día, sostienen, la mayoría por no decir que todos,  quienes oímos cantar “Sirenas” a la abuela Santiaga, que no había otra persona en todo Palmarejo y que creen que en todo el Veroes que supiera “echar Sirenas” como lo hacía Santiaga, la sirena que nos dedicó fue una de sus muchas ocurrencias, era una dama de aquilatada  personalidad, la sirena se la dedico a su querida comadre Ventura fue:

Santiaga:  Ay comaaaaaaadre que mi padre era carpintero (2) y se le quebró el serrucho (2), volteee ese cu…..  a lo que la comadre Ventura la detuvo de inmediato.

Ventura: - Comadreeeee, tu  como que me va a……

Santiaga: (Carcajadas) – Ay comadre, perdóname comadre (carcajadas).

Alli la Abuela Santiaga recordó, que de eso la habían ido a entrevistar hacia bastantes años atrás, un Doctor abogado, como ella lo refirió, ya luego a través de Juana Landinez, quien llegó al poco rato y se integró al grupo, nos enteramos que el Doctor que refería la Abuela Santiaga era nada más y nada menos que Don Manuel Rodríguez Cárdenas y no es que Juana lo conociera, sino que nos informó que era el esposo de una que Bailaba en Caracas y que la habían grabado y que Santiaga también le había dado el Sanqueo Del Lirio Blanco, y que también lo habían grabado, a su manera pero lo grabaron, allí de inmediato recordamos del Largo Duración en acetato (LP) que grabara la Agrupación Danzaria “Danzas Venezuela” de la Profesora o Maestra Yolanda Moreno, donde se encuentra una pieza denominada de Yaracuy al Tocuyo, es una pieza ambientada en dos espacios geográficos, a Yaracuy lo presenta con el sangueo antes referido, pero con un fondo musical con Arpa, o sea que Santiaga si le dijo que era un toque de arpa, pero el Maestro Rodríguez Cárdenas, hizo un montaje recreado, cosa característica en todos los Montajes del Danzas Venezuela, seguido en el montaje se dejan oír un par de versos, debieron ser sirenas, pues si era para la fiesta de San Juan igualmente debieron ser cantadas al estilo de la Sirena y no como meras cuartetas o versos, pero en todo caso, esa pieza grabada por Danzas Venezuela, súper escuchada y trabajada por las escuelas y por muchas agrupaciones, algunas veces pseudonacionalistas también la emplean en sus montajes de proyección, dicha pieza es el único antecedente tangible con el cual contamos, sin embargo también contamos con el testimonio incuestionable de la Cultora Juana Landinez, Sobrina prima de Santiaga, antes se nos enseñaba a respetar muchísimo a los mayores así no fueran de la familia sanguínea, más si lo era y Santiaga era Sobrina carnal de Celso Oliveros Mora y Celso era el Abuelo de Juana al ser Padre de Dorotea Landinez la mamá de Juana, Juana es una prolongación de los saberes de Santiaga y de su tía abuela Ambrosia Oliveros Mora, Ambrosia era hermana de Celso, la antigua Capitana del Culto a San Juan Bautista de Palmarejo hija primogénita del matrimonio que formaron los Curazoleños Martha Mora y Anselmo Olivero, fundadores del pueblo de Palmarejo al venirse a este junto a sus hijos e hijas.

 

Siguiendo con el hilván de la pieza que nos ocupa, una vez sentada la dama en la silla (silleta según el antiguo léxico Palmarejeño), el caballero le dedicaba su verso, con la modalidad  melódica de canto de Sirena local, una vez culminado su parte poética, seguidamente reanudaría la música con su joropo reposado, con arpa estilo veroense, muy similar por no decir que igual al central, las parejas reanudaban el baile en forma circular, al indicar, nuevamente la parada, sería el turno de la dama, el caballero se sentaba en la silla y dedicaba a este su parte poética, y como dijésemos anteriormente, con melodía de canto de sirena local, caso similar al anterior, una vez finalizada la respuesta de la dama, el caballero le gustare o no dicha respuesta debía pagarle a  esta, la muy cacareada “Bamba”, es decir le daba la moneda de “Cinco Reales”, de allí no faltaba que alguien ufanado de emoción gritase a viva voz: Ya este le pagooooo! u otra expresión de similar tenor, seguido la dama le devolvía el sombrero al respectivo  caballero; así seguirían pareja tras pareja, tras pareja, hasta que al concluir estas, finalizaba la pieza coreográfica teatralizada y lúdica.

 

Según enumeraron las comadres Santiaga Olivero y Ventura Ilarraza, los diestros bailadores de esa muy afamada Bamba, Cinco Reales o Cinco en Palmarejo fueron Celso Oliveros Mora, Cosme Oliveros, Benedicio Martínez,  Guillermina Blanco, María Gervasia Sevilla (La mamá de Sulpicia Sevilla y abuela de Eloy Sevilla), La Niña Oliveros, entre otros.

                            Bailadores de Danzas Yaracuy en Baile de La Bamba                                                      o Baile del Cinco de Palmarejo en Yaracuy

                           


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