.LAS TRADICIONES EN EL PALMAREJO DE ANTIER
Con
este nombre puntual, se conoció, en Palmarejo, idénticamente se conoció en
otras comunidades aledañas, hasta hace unos 35 o 40 años atrás a una modalidad
de Sangueo, entendiéndose con el nombre de sangueo, al género ceremonial de
canto, toque y baile con el cual se acostumbra recorrer, con la imagen de San
Juan El Bautista, las calles de los caseríos y/o comunidades sanjuaneras de los
estados Carabobo, Aragua y Yaracuy; trataré de manera particular de relatar lo
mas clara y amenamente posible mi experiencia vivida en Palmarejo, comunidad
afrodescendientes del actual Municipio José Joaquín Veroes, antes llamado por
los habitantes del lugar “Berois” (José Joaquín Veroes. San Felipe (Yaracuy) 1789 _ San Felipe
(Yaracuy) 8 enero 1855
Coronel del Ejército Libertador, intervino como soldado y oficial en la Guerra de Independencia de Colombia, Perú y Venezuela. Su madre, Antonia Veroes o Berois, descendiente de negros africanos, lo confió al cuidado de Agustín Rafael Álvarez de Lugo, abogado, político y justicia mayor de San Felipe. Veroes pudo asistir junto a los hijos de Álvarez de Lugo a la escuela elemental de los padres dominicos y adquirir conocimientos que luego le serían útiles en la carrera de las armas. Se dice tradicionalmente que el 19 de abril de 1810, Veroes abofeteó al hijo del Alférez real que, a las puertas de la iglesia, en San Felipe, le increpó para que se quitara las botas, el traje y la capa que llevaba, pues este tipo de vestimenta sólo podían lucirla los blancos pertenecientes a la nobleza; el incidente le obligó a huir de la ciudad y refugiarse en El Tocuyo…” Lisbella Páez), en donde me curtí como sanjuanero y de lo cual, eternamente, daré gracias a Dios por ello.
Coronel del Ejército Libertador, intervino como soldado y oficial en la Guerra de Independencia de Colombia, Perú y Venezuela. Su madre, Antonia Veroes o Berois, descendiente de negros africanos, lo confió al cuidado de Agustín Rafael Álvarez de Lugo, abogado, político y justicia mayor de San Felipe. Veroes pudo asistir junto a los hijos de Álvarez de Lugo a la escuela elemental de los padres dominicos y adquirir conocimientos que luego le serían útiles en la carrera de las armas. Se dice tradicionalmente que el 19 de abril de 1810, Veroes abofeteó al hijo del Alférez real que, a las puertas de la iglesia, en San Felipe, le increpó para que se quitara las botas, el traje y la capa que llevaba, pues este tipo de vestimenta sólo podían lucirla los blancos pertenecientes a la nobleza; el incidente le obligó a huir de la ciudad y refugiarse en El Tocuyo…” Lisbella Páez), en donde me curtí como sanjuanero y de lo cual, eternamente, daré gracias a Dios por ello.
Antes
de ahondar en el propio tema que me ocupa, me permito relatar una condición muy
hermosa del Palmarejo de antes y porque no decirlo del afroveroense de antes; hasta
hace unos treinta años atrás, los sanjuaneros de los caseríos afrodescendientes
de Yaracuy, es decir de Agua Negra,
Palmarejo, Farriar, El Chino y Taría, inclusive hasta los que no eran
sanjuaneros, pero si afroveroenses o moradores de dichos caseríos, ya que se
dieron casos de personas que llegaron de otras comunidades y en suelo veroense
se hicieron sanjuaneros y/o parranderos; lo mas trascendental de esto, es que en
estos caseríos todos se consideraban familia o pariente, existía un vínculo de
fraternidad o de hermandad muy estrecho, lamentablemente ya extraviado o
perdido, era algo tan fuerte, que se acostumbraba con gran solemnidad y respeto
el guardar luto en el mas estricto sentido de la palabra, se le guardaba luto
hasta de un año, entiéndase bien; de 12 meses, es decir 365 días, hasta a un compadre
o a una comadre, o a la madrina o padrino de un hermano o hermana; era
característico, que cuando sucedía un fallecimiento en la comunidad todo el
pueblo entraba en luto o duelo, las damas del caserío un año de negro, seis
meses mas de medio luto, en caso de madre, padre, abuelo, abuela o
hermano-hermana hasta tres o cuatro años de negro y uno o dos de medio luto,
casi no se andaba por las calles, se salía solo a lo eminentemente necesario,
los caballeros indicaban este dolor mediante un listón o banda negra en el
antebrazo de la blusa o camisa, no se festejaba por ninguna razón, no se
escuchaba música alguna; cuando el caso era en un pueblo vecino, según fuese el
parentesco, las damas se trajeaban de negro, el morado nunca se usó como luto
en nuestras comunidades afroveroenses, se estilaba cortar leña en el caserío y
hacer por lo menos un haz de ella e irla a obsequiar a la casa del difunto,
ello en señal de solidaridad, respeto y afecto.
Volviendo
al caso de Palmarejo, retomando el tema al cual debo referirme, es decir al “Sangueo
de La Libertad”, acoto que este tomó ese nombre, debido a que dentro
del contexto de la identidad grupal, la fiesta o parranda de San Juan
Bautista encierra muchos elementos que
le dan fisonomía propia, uno de ellos es la participación colectiva bien
definida, lo cual ha dado fortaleza a la manifestación en si desde hace
décadas, cuando se sale a parrandear con San Juan es a dar el todo por el todo,
en la actualidad son muchísimas las personas que se avocan a la parranda del
Santo en Palmarejo, basándome en ello me atrevo a decir sin temor a
equivocarme, que es la comunidad afroveroense donde esta festividad aun
conserva sus rasgos mas cercanos a los originarios, hoy dia, al ser tantos los
participantes de la festividad, no se evidencia claramente la ausencia de
alguno de sus miembros, es decir que si uno u otro, o una u otra sanjuanero o
sanjuanera se retira de la parranda, ello no se evidencio o se nota tanto, cosa
que no sucedía en el Palmarejo de otrora, en el de antier como me inicié
titulando mi crónica, en el Palmarejo donde yo era un adolescente, casi aun un
niño, en el Palmarejo donde las parranderas mas destacados eran Las hermanas
Carlina, Juana y Regina Landinez, Reyes Sevilla, Flor María Barboza, Cruz
Guzmán, Sofía Catalina Blanco, Valentina Blanco, Matilde Blanco, Hermelinda
García, las ya mayores hermanas Ambrosia, Simonita y María de la Cruz Oliveros
Mora, Santiaga Oliveros, Ventura Ilarraza, Gabina García, las hermanas Francisca,
María y Cosmelina García, solo por nombrar algunas de las mas destacadas, y los
tamboreros, pues antes el palmarejeño participaba como tamborero o a lo sumo
como “toriquero” “toliquero” (tocador de
palos sobre los cumacos), mas que en otra acción, entre ellos Paulino Oliveros y sus hijos Luis Arteaga
(hijo con Guillermina Arteaga) , Eloy Sevilla (hijo con Sulpicia Sevilla),
Pedro Quiñónez (hijo con Domitila Quiñónez); Dionisio Landinez, Matías Sevilla,
Maximiliano Sevilla, Benito Montero Olivero, también solo por nombrar algunos
de los mas destacados, pues Palmarejo siempre se ha caracterizado porque casi
todos los habitantes, hombres y mujeres son parranderos y parranderas de las
fiestas a San Juan.
Considerando
que las parrandas no eran supernumerarias en cuanto a los participantes como en
la actualidad, se notaba la ausencia o el retiro de uno sanjuanero o de una
sanjuanera, era ley que quien salía a parrandear con el santo debía permanecer
todo el tiempo que durase la parranda; cuando una o un sanjuanero por algún
motivo se iba y alguien lo notaba, ponía su querella o queja ante el colectivo
de parranderos y acción seguida, se buscaba un mecate en el pueblo, cosa que
nunca faltaba en una comunidad agrorual; se nombraba rápidamente una comisión,
encabezada por una persona muy cercana “al evadido o a la evadida”, dicha
comisión daba inicio al recorrido del
pueblo, por lo general siempre salía alguien que daba detalles donde se hallaba
el susodicho o la susodicha, al encontrarle, “le ponían preso”, un arresto sin
protesto, le amarraban de manos y lo regresaban a la parranda, en ella
permanecía atado o atada durante largo tiempo, se daba el caso que se reunían
hasta cuatro o cinco presos, estos rogaban que les soltaran, las mujeres a ves
hasta con llanto lo solicitaban, pero era un inminente castigo por haber
abandonado la devocional tradición, los cantos de los luangos proseguían
sucesiva y avivadamente; hasta que en cierto momento se decidía recorrer el
pueblo con los detenidos y/o detenidas, el recorrido se hacía, como aun hoy se
hace, como lo acotamos al inicio, con los llamados sangueos, era un especie de
castigo que se le daba a los evadidos y evadidas de la parranda, hasta que una
de las cantadoras detenidas, o muy solidarizada con una o uno de estos, decidía
cantar el “Sangueo de la Libertad”, ello con la intención de conmover al resto
de parranderos para que les liberasen; la letra del sangueo es la siguiente:
El Solista: Libertad pa' los presos
Coro: No se le da.
Solista: Libertad, Libertad
Coro: No se le da
Solista: Por caridad
Coro: No se le da
Solista: Para los detenidos
Coro: No se le da
Solista: Para Las detenidas
Coro: No se le da
Cantando luangos Sanjuaneros |
PARRANDA DE SAN PEDRO APÓSTOL CON SAN JUAN
BAUTISTA EN PALMAREJO DE YARACUY.
Por
muchos es conocido que las festividades para San Pedro (Simón o Simeón. Apóstol de Jesucristo y primer
jefe de su Iglesia nacido en Betsaida de Galilea y fallecido en Roma),
según el Santoral católico, fueron asignadas el dia 29 de junio de cada año,
fecha que comparte con su homólogo, el también Apóstol San Pablo (Paulo de
Tarso), este San Pedro es festejado en muchas localidades del país, en
Palmarejo, hasta hace unos cuarenta años atrás, tal vez un poquito mas, se
festejaba, cada 29 de junio en concordancia con su “Santo Día”, para esa
ocasión se desarrollaba una extraordinaria y no menos lucida Parranda que la
que se realizaba a San Juan Bautista, días antes, el 24 de junio, pero con la
particularidad que la imagen religiosa que se veneraba y se observaba en tal
momento no era la de San Pedro, era la misa de San Juan, la del San Juan de
Palmarejo, caso similar ocurría en el resto de comunidades de la para aquellos
tiempos mal llamada “Zona Negra” actualmente denominada “Zona Afroveroense”.
Cada
29 de junio, día de San Pedro, los parranderos desde finales de la tarde
comenzaban a “concentrarse” en casa de la “Madrina de San Juan”,
primigeniamente de la ya desaparecida “Ambrosia Oliveros Mora”, hija mayor de
la legendaria Marta Mora y de su esposo Anselmo Oliveros, los sanjuaneros mas
antiguos de los cuales se tiene noticias en el actual Municipio Veroes y luego
de su deceso en casa de su sobrina nieta y ahijada Juana Landinez, allí iban
dándose cita cada parrandero, para una vez reunidos la mayoría de ellos,
solicitar el simbólico permiso a San Pedro Apóstol para en su día repetir la
festividad a, y con San Juan el Bautista; idénticamente se recorrían las calles
de aquel Palmarejo de luminarias de carburo y gasoil con las interpretaciones
de los Sangueos tradicionales, de vez en cuando se llegaba a una casa donde en
la puerta estaba colocada una bandera amarilla, el amarillo es y ha sido
siempre el color del San Juan en Palmarejo, esa bandera le indicaba a la
parranda que allí les estarían esperando y donde les harían una cortesía, así
fuese de lo mas sencilla, tal vez una botella de una bebida espirituosa para
los parranderos, sobre todo para aclarar las gargantas maltrechas de las
cantadoras y dar fuerzas a las manos de los músicos tocadores de tambores
largos, acompañantes para los cantos de luangos sanjuaneros; tal vez les
obsequiarían una taza de caldo de gallina con su “cosido” (plátano verde cosido
o salcochado); tal vez con una pequeña contribución monetaria, entre otras.
Allí, los llegados, los parranderos se apostaban a las puertas de la vivienda,
bajaban la imagen de San Juan, de seguido un canto de Sirena de saludo, una
respuesta, bien de alguna mujer de la casa visitada o bien de otra parrandera
visitante y otra y otra y otra, hasta culminar los cantos de sirenas o lejíos,
una vez culminados los cumacos arrequintaban su ronco sonido y los paleros,
paliteros, toriqueros o toliqueros marcaban la base rítmica sobre los cuerpos
de los propios tambores largos y una veterana solista apuntaba un luango corrío
que todas las demás mujeres responderían cargadas de euforia y frenesí; tal
situación solía repetirse en reiteradas ocasiones hasta llegada bien entrada la
madrugada, cuando los cuerpos de ébano de aquellos palmarejeños de la década
del 60 y mas atrás no daban para mas y debían retirarse a sus humildes pero
honrosos hogares a descansar.
Sanjuaneros de Palmarejo de Yaracuy PARRANDA DE LA VIRGEN DEL CARMEN CON SAN JUAN EL BAUTISTA EN PALMAREJO DE YARACUY |
Idénticamente,
como en el anterior caso de la Parranda para el dia de San Pedro, en aquel
Palmarejo antañón, para el dia de la Santísima Virgen del Carmen, el dia 16 de
julio, se armaba una soberana Parranda de Tambores, igual en el caso del dia de
San Pedro, se solicitaba un simbólico permiso a la madre de Jesucristo en la
advocación de la Santísima Virgen del Monte Carmelo, es decir La Virgen María
del Carmen o solo Virgen del Carmen, para hacer honores a San Juan El Bautista,
el resto de aconteceres era a la par con el del Día de San Pedro Apóstol.
Madrina de San Juan Bautista de Palmarejo, Señora Juana Landinez |
ENTREGA DE BANDERAS DEL CULTO DEVOCIONAL DE SAN JUAN
BAUTISTA EN PALMAREJO DE YARACUY.
Por todos es bien sabido, que la Iglesia católica celebra la fiesta principal a San Juan
Bautista, el precursor de Jesucristo, el 24
de junio (seis meses antes de Navidad, ya que el Evangelio cuenta que
su madre Isabel estaba de seis meses cuando el ángel anunció a la prima de
ésta, María, que sería
madre del Mesías), así mismo, aunque muy poco conocido, como el dia 29
de agosto, por la Iglesia Católica, se conmemora la decapitación (Degollación de san Juan Bautista), en los pueblos o comunidades
sanjuaneras del Municipio José Joaquín Veroes del Estado Yaracuy, para el día
30 de ese mismo mes de agosto, estimando que se correspondería con la fecha del
sepelio, se realizaba, con suma solemnidad, la llamada “Entrega de Banderas” el
Culto devocional de San Juan Bautista. Acción que entró en decadencia hace
muchos años, tal mes unos 30 o mas, hemos observado entregas de Banderas,
recientes, en comunidades como Albarico y Agua Negra, pero en nada se le
parecen a las Solemnes Entregas del Culto Sanjuanero del Palmarejo de Marta
Mora, de su hija Ambrosia Oliveros y de
su bisnieta Juana Landinez, la última entrega de banderas que recuerdo haber
visto de sanjuaneros tuve la dicha de verla en Farriar, en donde idénticamente se
realizaban como en Palmarejo, la vi en casa de la Señora Calixtra Ortega,
siendo aun adolescente ya inmerso en el mundo de la cultura tradicional de
Venezuela, me encontraba de visita en casa de la familia de la, para aquel
entonces, Maestra Rosa Emilia Monagreda de Barboza, quien por cierto es también
bisnieta de la Legendaria Marta Mora, al ser nieta del primogénito de Doña
Martha y Don Anselmo, el afamado Celso Oliveros Mora (“Papa Celso”), recuerdo
que entre los parranderos andaban, mi hoy día Comadre Rosa Emilia Monagreda de
Barboza, Úrsula “Ucha” López, Georgina Graterol y Petra Ortega (hermana de
Calixtra), los hermanos Tabo y Ñero Barboza, Eloy Sevilla y su hermano Pedro Quiñónez,
entre otros tantos cuyas imágenes y nombres no llegan a mi mente, la mayoría eran
miembros de una organización que se conformó en el Veroes, la misma ya
desaparecida, llamada “Cultores de Veroes” la concentración de parranderos fue
en la calle principal vía Agua Negra, esquina de la calle 5 de julio, diagonal
a la casa de la Señora Dominga Peralta, donde funcionaba la sede de la antes
referida asociación de cultores; aprovecho para pedir disculpas a los
familiares de muchos de los nombrados en esta crónica que ya han emprendido sus
rumbos en el viaje sin retorno, ruego para ellos su eterno descanso. De allí
salió el sangueo con la imagen de San Juan Parrandero, el San Juan local, el de
Farriar; las mujeres que iban portaban banderas que ondeaban al aire ágilmente
al son de las tamboras, tomamos la vía que conduce a Pueblo Nuevo, por allí
luego de un cierto recorrido, tras breves detenciones y descansos llegamos a
casa de la Señora Calixtra Ortega, allí esa robusta y simpática mujer salió
rebosante de alegría, brazos al aire, por momentos aplaudía y bailaba,
colocando ambas manos apretadas sobre su cabeza, el sangueo que el cortejo que
acompañaba la imagen de San Juan Bautista entonaba, salió a recibirnos, de seguido
la emoción de todos fue abrumadora, Calixtra abrazaba y besaba a toda la
comitiva, seguido el “Burro de San Juan”, es decir quien lo portaba y lo
bailaba a los compases de los sangueos interpretados, lo colocó en medio del patio
o solar delantero de la casa de la Señora Calixtra, con la intención de
descansar, enseguida los tamboreros se colocaron sobre las tamboras como si las
cabalgasen e interpretaron algunos “luangos golpiaos”, que cantaron las damas
presentes, entre ellas mi Comadre Rosa, y Georgina, todos bailábamos alegremente,
mujer con mujer, hombre con hombre, hombre con mujer, era todo alegría y sano
compartir, al rato de bailar frenéticamente los luangos golpiaos, se detuvo la
parranda, Calixtra entró a su casa y sacó una botella de bebida espirituosa
para ofrecer a los llegados, disfrutamos de un merecido descanso de lo fatigante
de la jornada acto seguido Doña Calixtra,
pidió que le interpretaran un sangueo, solicitud que no se hizo esperar, tomó la
mesita con la imagen de San Juan en sus manos y lo bailó emocionada, luego lo
introdujo dentro de su humilde morada, siguiéndola a ella entramos todos los
que conformábamos el cortejo de sanjuaneros,
incluyendo los tamboreros, Doña Calixtra, una vez dentro de su hogar,
devolvió la mesa del Santo a quien lo tría inicxialmente, y al tiempo del canto
de sangueo, con la terminación de este, el Burro de San Juan lo colocó en el
centro de la salita, todos formamos involuntariamente un círculo, algunas de
las damas presentes, Calixtra en primer lugar, Úrsula “Ucha” López, Petra
Ortega y Georgina Graterol, se arrodillaron pegadas a la mesa de San Juan, se
tomaron por los hombros y pegaron las frentes a la mesa del santo, realizando
ademanes corporales a los compases del sangueo que aun tocaban los tamboreros,
al cabo de un tiempo levantaron nuevamente sus cabezas y se alzaron del piso
todas con excepción de Doña Calixtra quien enseguida se acostó boca abajo
delante de la imagen de San Juan, luego se introdujo por debajo de dicha mesa,
mas o menos hasta la altura de los hombros, luego salió de allí y se volvió a
tender en el piso, en esa ocasión boca arriba y haciendo ademanes corporales
nuevamente se introdujo debajo de la mesa del santo, alzó ambas manos y tomó la
mesa del santo y la colocó sobre todo su torso, allí hacia movimientos
corporales al son de los compases del sangueo que interpretaba el grupo de presentes,
al poco tiempo caso similar realizaron otras de las damas, Úrsula, Georgina y
Petra, entre otras, al final todas quedaron acostadas boca abajo en el suelo
alrededor de la mesa e imagen de San Juan, al poco tiempo se fueron alzando del
suelo y se arrodillaron, seguido pidieron que les entregaran sus banderas que
cargaban, lo que las mujeres realizaron, el resto de damas presentes, entre
ellas mi hoy dia comadre Rosa Monagreda de Barboza y otras también se
arrodillaron y un grito convertido en canto de Sirena o lejío que lanzó Úrsula
inundo de nostalgias la salita, seguido fue Georgina quien respondió a Úrsula
su lejío, y luego Calixtra y otra y otra y otra, una repetía turno y otra la
seguía, de pronto comenzaron todas a llorar a gritos, se abrazaban unas con
otras y todos los que las veíamos también llorábamos de verlas llorar, recuerdo
claramente que Eloy Sevilla me dijo, Así es como se entrega Banderas, al poco
tiempo comenzaron a enrollar poco a poco, aun llorando, pero ya mas consoladas,
Calixtra se levanto de primera y mirando al techo de su salita introdujo la
bandera por entre las cañas y tablas que servían de armazón para un humilde
techo de zinc, otras mujeres que también estaban la emularon y lo hicieron
seguidamente, el resto de damas las apretaban contra sus cuerpos y las llevaron
de regreso, con un silencio ceremonial regresamos al pueblo, casi sin hablar
estuvimos por ratos en el, hasta que cada cual fue regresando a sus respectivos
hogares, las mujeres una vez en sus casas igualmente colocarían sus banderas
clavadas en los techos o guardadas en lugares donde no fuesen tocadas, sería
hasta el año que viene que nuevamente saldrían a la calle a dar inicio al ciclo
del ciclo de festejos a San Juan Bautista, yo me regresé a Palmarejo con Eloy,
que siendo palmarejeño ya residía en Taría, donde aun hoy reside, en el
trayecto me contaba, que así era como se hacía una verdadera entrega de
banderas, entre otras cosas le pregunté el por qué las mujeres lloraban y me
respondió que era porque ellas no sabían quiénes de sus familiares o de ellas
mismas ya no estarían para el venidero año y también porque recordaban a
familiares que participaban activamente en esos eventos que ya habían muerto.
Parranderos de San Juan de Palmarejo de Yaracuy |